domingo, 22 de agosto de 2010

Odio que alegres mi corazón. Aún más que me hagas llorar. Odio no tenerte cerca. Pero sobre todo odio no poder odiarte, ni siquiera un poco.


Cerró los ojos, pero el recuerdo de Jack seguía vivo en su interior, y se preguntó si lograría olvidarlo y seguir adelante sin él.
Se preguntó si debería haberle dicho que sí lo necesitaba, que su vida resultaba gris si él no estaba para pintarla con su sonrisa, que en aquellos meses se habia acostumbrado tanto a tenerlo cerca que ahora se sentia vacía y espantosamente sola.

Y se preguntó también si, de haberlo hecho, de haberle confesado todo aquello habría cambiado en algo las cosas.
Probablemente no, pensó.
Al fin y al cabo, se dijo a si misma con rencor, Jack estaba deseando marcharse.


Memorias de Idhún, Laura Gallego García.

sábado, 21 de agosto de 2010


Un instante después recuerda: "Hoy es Jueves" y sale en carrera, desbocado, a buscar el Miércoles de la semana anterior que se le quedó olvidado en la esquina.

García Márquez.

jueves, 19 de agosto de 2010

Pidedeseos.

Censura, privación. Cuarto, cerrado.

Todo lo que pude decir, no lo dije. Casi, al menos en lo que me resta de vida, puedo pensar en las palabras de la carta que nunca escribí. Componiendo puedo decirte que está mi corazón, triste canción de invierno sin flor.

Si te preguntas por mi, olvídame.
Hiervo. ¡Ah! Qué calor.
Me evaporo con el agua, con el agua. Agua.
Subo a las nubes lentamente, tu no lo puedes ver, no estás aquí.
Son de fino algodón gris, o grises se han tornado las nubes conmigo, no lo sé.
Las cargo con todo yo, todo cuerpo, todo o nada.
Solo el viento es testigo de mi ascenso, me quedé sola.
Oigo el sonido del mar, tierra. Me evaporo. Subo, vuelo y no destiendo. Todo se mueve, nada me sigue. No he tenido tiempo, n
i para despedirme.

Tendrías que ver esto, es seda lo que recubre cada ápice de mi, o de lo que una vez fui yo.

Falacia de la nube, me dice que me descargará cerca. No me ha dicho si seré una lluvia fina, de esa que acaricia mejillas, besándolas con cada gota; o chaparón, ese que con cada gota que choca contra los critales de una ventana es capaz de aplastar los sueños de todas las personas.

Desnuda te acercas al cristal, ves un monzón. ¡Menuda tormenta!
El viento frio tartamudea en tu ventana, estás harta. La abrés y aire choca contra ti.
No quisiera tocarte, sé que soy helado, pero no sé cuantas oportunidades más tendré de acercarme a ti.
Tu temperatura corporal es tan alta que podrías convertirme en viento tropical si quisieras.
Ahora, siendo aire, siendo nada, invisible a los ojos de la embrujada chica a la que nunca le dije nada, ahora te tengo entre mis brazos.
No hay límites, soy aire, soy gas.

No comprendes.
La única verdad de mi vida, eres tú.
Fue sin querer, pensaste en mi.
Una clara imagen de lo que fui antes de evaporarme te inundó de un miedo espantoso.
Y tú, desnuda en tu ventana, te arrodillas frente al mundo y lloras.

Y al llorar descargas todo. Todo lo que fuieste conmigo, todo lo que fuiste sin mi. Todo lo que era contigo, todo lo que soy yo sin ti.
Me descargas entera.
Y al hacerlo me matas.
¡Qué muerte más dulce y qué grande el estado gaseoso!


lunes, 9 de agosto de 2010

La felicidad no es completa sin una cabra tocando el violín.


Surrealista, pero bonito.


Notting Hill, Roger Michell.

domingo, 8 de agosto de 2010

El corazón perece de una muerte lenta. Se desprende de cada esperanza como si fueran hojas, hasta que no queda nada.


Seguramente habría pasado de largo...¡y cuánto más fácil habría sido para mí!

No me habría dedicado a pensar en él todas las noches.
No me habría parado en las perfumerías a oler el aroma del talco sól
o para recordar el de su piel.
N
o me habría esforzado en imaginarme su presencia a mi lado en cualquier lugar ficticio.

Si me hubieran preguntado por qué hacía todo aquello hubiera respondido: ¿por qué huele a humo la madera cuando arde?

Todas aquellas conversaciones intransigentes habían llenado el día a día de mi vida.


Decidí entonces: cada vez que se me viniera a la cabeza, lo echaría fuera, una y otra vez, hasta desterrarlo de mis pensamientos. Seguro que no habría sido un mal sistema para olvidar, si hubiera logrado que funciornára. Pues cuando aparecía en mis pensamientos, no era capaz de cazarlo y echarlo fuera, sino que, muy al contrario, se me escapaba, llevándome a mí hasta el mismo lugar del que lo había desterrado.


Memorias de una geisha, Arthur Golden.

sábado, 7 de agosto de 2010

Jabberwocky


Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.

¡Cuidate del Galimatazo, hijo mío!
¡Guárdate de los dientes que trituran
Y de las zarpas que desgarran!
¡Cuidate del pájaro Jubo-Jubo y
que no te agarre el frumioso Zamarrajo!
Valiente empuñó el gladio vorpal;
a la hueste manzona acometió sin descanso;
luego, reposóse bajo el árbol del Tántamo
y quedóse sesudo contemplando...
Y así, mientras cavilaba firsuto.

¡¡Hete al Galimatazo, fuego en los ojos,
que surge hedoroso del bosque turgal
y se acerca raudo y borguejeando!!
¡Zis, zas y zas! Una y otra vez
zarandeó tijereteando el gladio vorpal!
Bien muerto dejó al monstruo, y con su testa
¡volvióse triunfante galompando!
¡¿Y hazlo muerto?! ¡¿Al Galimatazo?!
¡Ven a mis brazos, mancebo sonrisor!
¡Qué fragarante día! ¡Jujurujúu! ¡Jay, jay!
Carcajeó, anegado de alegría.

Pero brumeaba ya negro el sol
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas,
mimosos se fruncian los borogobios
mientras el momio rantas necrofaba...

Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll.